domingo, 17 de noviembre de 2013

La inmortal hidra


La región griega de Lerna, ubicada al sur de la península del Peloponeso, era conocida antiguamente por ser una zona de numerosos manantiales de propiedades curativas y bien consideradas por los griegos, no en vano esta cultura fue la que mayor pericia alcanzó en el uso de aguas terapéuticas.

Pero legendariamente la zona albergaba también otros siniestros secretos, pues se suponía que uno de los lagos que la conformaban, el Alcíone, constituía una de las puertas al inframundo, el infierno griego denominado Hades. Entrada que a su vez estaba custodiada por un mítico monstruo con forma de serpiente y nueve cabezas: la Hydra de Lerna.
El engendro en cuestión, había sido criado especialmente por la diosa Hera, con objeto de consumar su venganza por la reconocida infidelidad de Zeus, que dio origen, entre otras, a su paternidad sobre Heracles, Hércules para los romanos.

Cualquier ser humano que se adentraba en el lago, de supuestas aguas tranquilas, o bien desaparecía succionado hacia el fondo, o el monstruo acababa con él. Por lo que el terror provocado por aquella aberración, la llevó a convertirse en una de las doce tareas del héroe, trabajo que “casualmente” le encomendó Euristeo, un protegido de Hera, quien despechada veía así la posibilidad de paliar los desagravios sufridos. Y quizás fue una de las faenas más tediosas para Hércules, no tanto por la fuerza y habilidades combativas de la Hydra (aliento letal, no sé si “mañanero” o no, y sangre venenosa que aniquilaba a los mortales y hacía vulnerables a los inmortales) sino por la facultad que ésta tenía de regenerarse a sí misma, pues por cada cabeza que Hércules cortaba volvían a crecer otras dos en su lugar.

El poder curativo de la Hydra probablemente puso de los nervios a Hércules, irritación que se vio acrecentada por un enorme cangrejo que le molestaba en los tobillos mientras luchaba. Finalmente consiguió acabar con la Hydra cauterizando el tronco que quedaba al cortar cada cabeza y enterrando la única cabeza inmortal bajo una piedra. El cangrejo, enviado también por Hera, no corrió mejor suerte.

Aquella desmedida capacidad regenerativa, bien podría obedecer al típico elemento de cualquier guión mitológico, pero a la postre no es más que la exageración de una facultad real que todos los seres vivos poseemos.

La posibilidad de regeneración es innata en todos los animales, aunque curiosamente es inversamente proporcional a su estado evolutivo. Es decir, en los humanos y muchos mamíferos está limitada a la reconstitución de heridas superficiales, o de carácter interno como músculos y soldaduras entre huesos. En un escalafón inferior, las lagartijas son capaces de perder su cola adrede para escapar de un depredador, generando posteriormente otra nueva, y algunos anfibios como salamandras y ranas restauran extremidades enteras cuando por accidente pierden una.

Volviendo al peldaño superior, cuando nos hacemos un simple corte, damos por sentado que la herida cicatrizará sin preocuparnos cómo, aunque la realidad es que nuestro cuerpo activa una multitud de procesos encaminados a reparar el daño. La regeneración celular es sólo uno de ello, y se produce esencialmente por la multiplicación de las células y la transformación de éstas en nuevo tejido. Es un mecanismo complejo en el que, entre otras, intervienen las denominadas células madre, que simplemente son células con capacidad de dividirse y generar otras células idénticas sucesivamente hasta crear un nuevo tejido.

Sin embargo, cuando el daño es mayor, con la pérdida de un miembro por ejemplo, el proceso de regeneración queda bloqueado. Nuestro organismo ya no es capaz de articular la reposición de varios sistemas a la vez, centrándose sólo en intentar salvar el resto del cuerpo. A fin de cuentas una extremidad es prescindible.

Los mencionados casos de las lagartijas y ranas, ya suponen un paso adicional en la autoreparación, sin embargo, si descendemos algo más en el reino animal encontraremos un ser vivo capaz de superar el poder de la Hydra de Lerna. Se trata de un pequeño pólipo de apenas un par de centímetros, un pariente de las medusas que en este caso habita nuestros ríos y estanques.

Cuando fue descubierto, allá por el siglo XVII, no se sabía si era una planta, por su forma y color verde, o un animal, ya que podía moverse de múltiples formas cuando se observaba con paciencia. Decidido a resolver la cuestión, un naturalista suizo apellidado Trembley experimentó con él: cortó por la mitad a aquel ser vivo, ya que por aquella época se pensaba que sólo una planta era capaz de regenerarse ante tal destrozo, y de cada una de las partes resurgieron dos animales perfectos. Trembley siguió con sus experimentos y partió la cabeza en dos, dejando las medias partes unidas al resto del cuerpo, ante lo cual crecieron dos cabezas idénticas en el mismo animal. Entusiasmado con el resultado, siguió con aquella escabechina hercúlea hasta tener un espécimen con un gran número de cabezas. Evidentemente, a raíz del resultado, el nombre con el que fue bautizado no podía ser otro que el de la recién recreada Hydra. No podía ser más apropiado ya que para acrecentar la semejanza además, al igual que su homóloga mitológica (con y griega), la hidra (ya con i latina para su nombre común) también es venenosa.

Abraham Trembley (Wikipedia)

Pero su capacidad regenerativa va mucho más allá, prácticamente hasta los límites de la inmortalidad. Se ha comprobado como basta un pequeño fragmento que represente la mitad de una centésima parte (1/200) para que pueda reconstruir todo un nuevo cuerpo perfecto, o lo que es lo mismo, si cortamos una hidra en doscientos trozos, aparecerán al tiempo otros doscientos individuos. Basta con exista un pequeño número de células apropiadas para ello; las denominadas células intersticiales. Dichas células se pueden transformar en cualquier tipo de célula que necesite (que como mucho son de seis tipos), de hecho este animal va regenerando de manera voluntaria la totalidad de sus células cada cuarenta y cinco días más o menos.

Así pues, la hidra sólo puede fenecer cuando es aniquilada por completo. Aunque a veces, bajo determinadas circunstancias, debe sacrificar su vida. Normalmente se reproduce por gemas, no necesita una pareja para hacerlo, sino que de un individuo adulto pueden brotar materialmente otros nuevos, de manera similar a las ramas de un árbol. No obstante, cuando presiente que el entorno no es favorable, por condiciones climatológicas u otras circunstancias adversas, inicia un proceso de reproducción sexual en el que las células intersticiales ya sólo se transforman en óvulos y esperma, no renovando a la hidra, lo que a la postre redundará en su muerte. Pero antes de que eso ocurra se apareará, dando lugar a pequeños huevos que permanecerán latentes a la espera de mejores condiciones.

Foto de una hidra (Wikipedia). Pendiente de localizar y echar mi propia foto

La facultad de la hidra no ha pasado nunca desapercibida para los científicos, y más aún últimamente en la investigación biomédica orientada a la medicina regenerativa. El avance en dicho campo es cada día mayor y ya no nos extraña oír hablar cada vez más sobre la capacidad de reconstruir órganos a partir de células madre, incluso algún que otro experimento en el que se ha conseguido rehacer algún dedo cercenado o paliar los efectos de graves quemaduras.

Este minúsculo ser es pues un modelo a seguir y a la vez un banco de pruebas. Quién sabe si algún día gracias a animales como él tendrán solución muchos de los accidentes o enfermedades en los que alguna parte del cuerpo queda dañada, y quizás, yendo un poco más allá, soñar con la juventud eterna. No creo que ese momento me llegue a muchos de nosotros, aunque al ritmo al que van los avances científicos cualquier día de estos nos dan una grata sorpresa. La paradoja es que, ese mismo frenético ritmo que imprime nuestra sociedad, puede que acabe también con muchos animales, incluida la hidra, que morirán a nuestras manos, emulando desdichadamente la ya descrita lucha mitológica en la que esta vez nos quedaremos solos.

Nota: Aún no he visto ninguna hidra para experimentar con ella, pero si he descubierto otros seres que poseen una propiedad similar de regeneación: los gusanos planos, podemos encontrarlos en los nuestros ríos debajo de las piedras y serán objeto de algún breve artículo por mi parte

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La inmortal hidra se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported. Basada en una obra en www.almabiologica.com.

1 comentario:

  1. Ante todo felicitarte por este bello blog, que es sin duda ,una ventana abierta a la naturaleza de nuestra tierra. Por otro lado, en lo personal, agradecerte de la publicación de este página que me trae recuerdos de la infancia, donde muchos veranos y fines de semana disfrutaba viendo con ojos de niño ,esos mismos animales,plantas o cristales de cuarzo que tu hoy nos muestras,gracias nuevamente por ello.

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