viernes, 1 de noviembre de 2013

Avispas cazadoras de arañas


A estas alturas del año pocos son los animales que continúan con su actividad debido al inevitable descenso de las temperaturas. No obstante, algunos apuran los pocos días de sol para concluir su etapa vital, entre ellos se encuentran unos de curioso nombre, los pompílidos.

Pertenecen a una familia de avispas que ha evolucionado de forma sorprendente, y llevan un estilo de vida muy distinto al de su pariente más conocido, pues no destacan precisamente por tener una ajetreada vida social, sino que más bien llevan una ermitaña vida en solitario.

Son fácilmente identificables ya que tienen una esbelta figura y un característico color negro aterciopelado con tonalidades rojas. El tamaño depende de cada especie concreta, no obstante la protagonista del artículo, pues es hembra, tiene un tamaño parecido al de la avispa común.

Su pasión culinaria reside en el néctar de las flores, sin embargo, cuando se trata de traer nueva descendencia al mundo las preferencias gastronómicas cambian radicalmente y se centran sobre las arañas. Sobre gustos no hay nada escrito, pero en realidad un adulto jamás se alimentará de ellas, sólo las cazan para el sustento de sus futuras crías, actividad que se conoce como predoparasitismo, es decir, son depredadores parásitos de las arañas.



Hay una importante variedad de especies y algunas son capaces de pasar el invierno como adultos, no obstante la mayoría realizan este periplo en estado larvario dando paso a una nueva generación. Por eso, en esta época, antes de que el frío comience a hacerse notar y acabe con las avispas, se desata una actividad frenética entre ellas. Por una parte los machos se dedican a buscar activamente a las hembras para intentar copular con ellas, una incansable búsqueda que concluye con un apareamiento de sólo unos segundos. Las hembras, una vez fertilizadas, son las encargadas de cumplir la delicada misión de la captura de la araña, para ello disponen de un plan estratégico casi infalible que paso a paso ejecutan a la perfección en cuatro pasos:

·  El objetivo. Las hembras de los pompílidos recorren el suelo con vuelos entrecortados y carreras buscando algún nido de araña, en este caso los de la araña de la tapadera (de la cual hablamos hace unos meses). Lo cierto es que no es fácil localizar un nido en el suelo a pesar de que son bastante frecuentes. En primer lugar porque se encuentran muy bien camuflados y la vista de la avispa no sirve en este caso, por lo que debe localizarlos mediante el tacto. Además debe buscar uno a la medida, ni demasiado pequeño, ya que la araña que contiene no serviría para su propósito, ni demasiado grande, ya que podría peligrar la integridad de la avispa.

La avispa estuvo revoloteando hasta encontrar ahí justo un nido

·   Asalto a la fortaleza. Acceder al túnel levantando la tapadera es el siguiente paso, sin embargo la extrema sensibilidad de las arañas les permite detectar de inmediato que alguien está intentado asaltar la vivienda, y en este caso no es ningún vulgar ladrón. La defensa de la fortaleza consiste en atrancar la puerta mientras al otro lado el asesino intenta forzarla, igual que en cualquier película de terror que se precie. Y a fe que las arañas hacen bien su trabajo, ya que son capaces de mover 140 veces su peso. Poco tiene que hacer un pompílido frente a este despliegue de musculatura de una araña, pero ante la fuerza más vale maña: lentamente comenzará a cortar con su mandíbula la bisagra de la tapadera.

Cortando la bisagra de la trampilla
 
·   El engaño del anestesista. Con la bisagra medio rota, la puerta puede comenzar a balancearse, ya que las arañas tiran del lado opuesto a la bisagra. Ahora sólo les resta defender materialmente con uñas y dientes cualquier resquicio sin dejar de tirar de la puerta hacia dentro (para eso tiene ocho brazos), pero sólo será cuestión de tiempo el que aparezca una rendija por la que primero se desequilibrará la puerta y en consecuencia lo hará también la balanza del combate. En ese momento la avispa saca a relucir su verdadera vocación profesional, y es que el pompílido toda una autoridad en el mundo de la anestesia. La avispa distrae a la araña por un lado al tiempo que introduce su abdomen disimuladamente por otra parte. El combate, que podíamos presuponer iba a ser largo, se resuelve casi instantáneamente, y en una fracción de segundo la araña queda paralizada. Es todo un alarde de precisión y velocidad, ya que la avispa clava su aguijón en el centro nervioso de la araña, para lo cual la estilizada estructura de la avispa es esencial.

Este es el momento justo de la picadura
La avispa entró de inmediato con la araña ya catatónica
·   Comida en conserva. La araña queda anestesiada aunque sus facultades motrices pueden seguir intactas, lo cual permite a la avispa guiarla hasta su oscuro destino final, pero primero tendrá que hacer que ésta suelte la tapadera pues ha quedado agarrada a ella. Algunos pompílidos construyen su propia despensa, aunque también se puede usar el mismo agujero de la araña como lugar de enterramiento como en este caso. La anestesia mantiene viva a la presa durante largo tiempo, por lo que constituye un estupendo alimento en conserva para el huevo que la avispa depositará en ella. Finalmente cerrará el túnel, ajustando bien la tapadera con piedrecitas a modo de cuña para que ningún extraño pueda robar el preciado fiambre. Pasado un tiempo saldrá una larva del huevo que devorará lentamente al huésped durante el invierno, y con la llegada del calor tendremos un nuevo pompílido.

La raña es arrastrada hacia el fondo

Casi 23 minutos despues salio para cerrar la despensa

Tuvo mucho cuidado en poner piedrecitas que impidiesen que alguien la abriera

Ensimismada en su tarea no se percataba de mi presencia

Terminada la misión, la avispa puede iniciar una nueva expedición de búsqueda y captura. Sin embargo esta peligrosa “rutina” no siempre se ejecuta sin ningún incidente. Es frecuente que, en un descuido, otra avispa intente robar la pieza a su congénere. Otras especies hacen de salteadores de tumbas, buscando el nido de las capturas de otras avispas, eliminando el huevo y depositando el suyo propio. En definitiva unos auténticos cleptómanos o amigos de lo ajeno, comportamiento por la que dichas especies son calificadas como cleptoparásitos de otros pompílidos.


Esta otra especie atrapó una araña y se dedicó a buscar un agujero
No tuvo reparos en recuperar su araña cuando la puse en mi mano


Dos despensas: la de la derecha aún sin usar iba a ser para la araña de arriba
Por último, existe un tipo de avispa que incluso es capaz de interceptar la presa capturada por otro pompílido, ovoposita sin pudor alguno sobre la araña, ya sea en presencia o no de la primera avispa, y para culminar su descaro, se marcha y deja que la otra realice toda la faena de enterramiento. La clave consiste en que larva de la avispa asaltante nacerá un poco antes, e instintivamente destruirá el huevo competidor, quedándose para sí sola la presa y aprovechando todo el trabajo de otros. 

Alguna que otra hora he "perdido" esperando ver como se desenvolvían estos pequeños artistas del engaño y escapismo, pero sin duda ha merecido la pena observar el depliegue de habilidades y su enfrentamiento con un animal como la araña que le gana en corpulencia y reputación agresiva.


Licencia Creative Commons

El pompílido por Kamereon se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported. Basada en una obra en www.almabiologica.com.

1 comentario:

  1. Qué maravilla silenciosa y discreta encontraste. A mí hay días que estos espectaculares momentos del micromundo me dejan más boquiabierto que aves y mamíferos.

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