domingo, 7 de julio de 2013

Jacintos de compostela


Con ocho o diez años, volví a interesarme de forma esporádica por los minerales. Muy desconocedor de este mundo, por entonces sólo prestaba atención a lo único que destacaba en el entorno, los cuarzos bipiramidales que había en los montes cercanos al pueblo.

No se trataba de una afición demasiado activa, pues no iba específicamente a por ellos, sino que recogía lo que me encontraba en el campo cuando por otros motivos me encontraba en él. Aún así me hice con una pequeña colección de cuarzos de distinta naturaleza, blancos, marrones, grises, negros, rosas, sólo me quedaba con aquellos que eran perfectos, pero entre ellos destacaban los rojos denominados jacintos de Compostela.

Sólo eran unos cuantos cuarzos guardados junto a un trozo de pirita que tenía de años atrás, pero en primero de bachillerato, con 14 años, el profesor de “naturaleza” nos llevó al laboratorio para enseñarnos algunas muestras de rocas y minerales que allí había.

Animado por aquella nueva perspectiva, quise hacer partícipe al profesor de mis pequeños hallazgos, y días después lleve mis mejores ejemplares de cada color sin más intención que mostrárselos, incluyendo los jacintos. Al final de la clase le enseñé mis trofeos, los examinó con interés, y casi al tiempo pronunció una frase que no consigo reproducir en mi mente pero no muy lejana a: “Ah que bien, muy interesante”, al tiempo que se los guardaba en un bolsillo y daba media vuelta.


Fue uno de esos momentos en los que la perplejidad, combinada con la rápida acción evasiva del profesor, no te deja reaccionar. Una vez pasado el momento, a ver  cómo le argumentaba yo que aquello no había sido un regalo. No volví a ver a mis rojos jacintos.

Dicho color obedece a la presencia de óxido de hierro en la formación del cristal de cuarzo, y le confiere el característico color sanguíneo que a la vez es origen a su nombre. Resulta que debemos el nombre del mineral a un exceso competitivo en el juego del “frisbee”: En la mitología griega el dios Apolo, jugando con el joven Jacinto, lanzó el disco demasiado fuerte para impresionarlo, mientras que a su vez Jacinto intentó cogerlo para demostrar su valía, siendo golpeado y herido de muerte. De su sangre brotó la flor que lleva su nombre, pero también, por analogía con el mito, derivó el nombre de estos cuarzos por la similitud con el oscuro rojo del fluido vital.




Su vinculación a Compostela se debe, según todos los indicios, al hecho de que los peregrinos que hacían el camino los recogían por el mismo o simplemente los llevaban a la ciudad del apóstol para venderlos como recuerdo. Curiosamente este hematoideo cuarzo no se da en tierras gallegas, aunque si es un mineral muy exclusivo de nuestro país, ya que se da sólo en determinados yesos de triásico (de hace más de 170 millones de años).

En el mundo esotérico ha estado vinculado desde siempre a la buena suerte y riquezas, además de ser indicado para el insomnio, y como elemento terapeuta de enfermedades del corazón. En general todos los cuarzos, parecen tener buenas propiedades y se dice que son capaces de estimular fuerza, resistencia, rapidez mental y un sinfín de habilidades. Es por ello también que los mencionados peregrinos lo portaban.

Firmemente decidido a recuperar mis jacintos, hoy me he puesto a buscarlos de nuevo, no reclamándolos al antiguo profesor, Don Carlos Ortiz Vidal, que vaya usted a saber dónde está, sino en la sierra dónde los hallé su día. La fisonomía del paisaje ha cambiado, a lo que hay que unir el continuo vallado al que se ve sometido el campo, lo cual no ha sido un impedimento para mí. Al final, bajo un sol de órdago, he podido encontrar algunos trozos, no equiparables a los de antaño, pero que me dan pie a volver más adelante cuando los rigores del verano pasen. Mientras tanto, llevaré alguno pequeño encima con el fin de comprobar sus bondades.


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5 comentarios:

  1. Muy interesante tu blog! yo también cogía jacintos de pequeña, aparte de muchas otras cosas del reino animal y mineral! me encanta la entrada de la hormiga león!

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    1. Gracias Lisa, cierto, La hormiga león es un artículo que quedó bien. ¿Dónde cogías los jacintos?
      Echaré un vistazo a tu blog

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    2. En la Serranía de Cuenca. Deduzco que tú en algún lugar de Sevilla.

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    3. Buenas Lisa, ya eché un vistazo a tu blog, veo que te gusta el tema de la pastelería
      Te dejo un elace que quizás te interese de una amiga mía que se dedica a ello (es un boletín mensual que suelen enviar) http://eepurl.com/C8xo5, al que también puedes suscribirte así: http://eepurl.com/ukEGD

      Mis jacintos son sevillanos, pero son muy difíciles de encontrar por aquí...

      saludos

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  2. Yo tambien los cogia de pequeño en un terreno en los alrededores de mi ciudad, que es Almansa (Albacete). Hoy dando un paseo en bicicleta con mis hijos, he pasado por ahi, estaba todo vallado, pues ya es urbanizable ese terreno. A pesar de ello, hemos conseguido algunos ejemplares de Jacinto muy bonitos y he podido volver a verlos y mostrarselos a mis hijos. Me ha encantado volver a verlos despues de mas de 30 años.

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