A veces el mundo de la leyenda se mezcla con la historia real de la forma menos esperada. Ese es el caso de dos comunes mariposas que transitan por nuestra región, que, sin pretenderlo, se vieron vinculadas con relatos y sucesos asociados al entorno del hombre:
Atalanta era una bella y feminista guerrera de la mitología griega que tenía aversión a los hombres, incluso se burlaba de sus pretendientes sometiéndolos a una peculiar prueba, en la que aquél que lograra vencerla en una carrera se convertiría en su esposo, en caso contrario, el desdichado joven moría atravesado por una lanza.
No pocos murieron en el intento, pues Atalanta era extremadamente veloz, sólo Hipomeno consiguió vencerla arrojando manzanas de oro que retrasaron a la doncella cuando ésta se detuvo a recogerlas.
No pocos murieron en el intento, pues Atalanta era extremadamente veloz, sólo Hipomeno consiguió vencerla arrojando manzanas de oro que retrasaron a la doncella cuando ésta se detuvo a recogerlas.
Jhonatan Swift, sacerdote anglicano y escritor irlandés de los siglos XVII y XVIII, fue famoso entre otras cosas por escribir Los Viajes de Gulliver. A lo largo de su vida mantuvo amistades que rayaron algo más que lo platónico con dos mujeres que condicionaron su vida, a las cuales dedicó algunas obras en las que aparecían con pseudónimos. A la última de ellas, Esther Vanhomright, le dedicó en 1713 un poema denominado Cadenus and Vanessa, en la que él, Cadenus, que en anagrama hace referencia a Decano, y ella, eran secretamente los protagonistas: unió la primera sílaba del apellido, Van, con el diminutivo de Esther en inglés “essa”. Este fue el origen del nombre Vanessa o Vanesa, que anteriormente a la invención del imaginativo irlandés no existía, por eso “las Vanesas” celebran su onomástica el 1 de noviembre, todos los santos, o el 8 de diciembre, Santa Esther.
El poema original (Wikipedia) |
Muy pocos años después, en 1758, Linneo, inventor de la actual forma de denominar a los animales, se encontraba en una vorágine de bautizos poniendo nombre a todo tipo de seres vivos (no en vano renombró unas 4500 especies). Para ello tuvo que echar mano de su imaginación y combinarla con sus profundos conocimientos y cultura. En este quite aparecieron las mariposas que hoy nos ocupan, y Linneo combinó mitología e historia utilizando el nombre inventado por Jhonatan Swift junto al mito de la presurosa doncella griega, seguramente por la rapidez de estos insectos y quizás también por la apetencia de los mismos por la fruta madura, incluyendo las manzanas, dando lugar a Vanessa atalanta.
Cara ventral de las alas de la Vanessa atalanta |
A partir de ahí, su pariente más cercana ya fue fácil de designar: la apetencia por los cardos de su oruga propició el nombre de vanesa de los cardos o cardera, científicamente Vanessa cardui. En cambio, para Atalanta el sabor de las ortigas resulta más atractivo, y sus orugas viven alimentándose en el interior de hojas plegadas de dichas plantas.
Ambas mariposas son muy parecidas estructuralmente, aunque su colorido si es distinto, pues la Atalanta presenta la cara dorsal de las alas casi totalmente negra, con una franja diagonal que cruza las alas a modo de orla de color naranja rojizo brillante de una tonalidad similar a la lava volcánica, del cual quizás provenga también otro de sus apodos: vulcana. En cambio, la cardera sustituye el negro por un marrón anaranjado más suave, pero con las alas cerradas el parecido entre ambas mariposas es muy elevado.
Vanessa atalanta con las alas desplegadas |
Vanessa cardui o cardera |
La variación de color con alas cerradas y abiertas es utilizada entre otras cosas como técnica de camuflaje, ya que cuando se encuentran en suelos áridos o troncos de árboles pliega sus alas, mostrando dibujos ocres, negros y grises que le ayudan a mimetizarse con el entorno, en cambio en zonas de vegetación lo suelen hacer con las alas abiertas mostrando sus vivos colores para simular a flores.
Pese a este sistema de defensa, a veces se delatan ellas solas, pues son excesivamente territoriales, sobre todo atalanta, que no dudará en atacar a cualquier posible contrincante que se entrometa en su territorio incluyendo también a otras mariposas.
Otra de las cosas que hacen especiales a estas mariposas es su capacidad de vuelo. A pesar de su tamaño, las vanessas son formidables navegantes aéreas, emulando las migraciones que las aves realizan hacia el norte de Europa cuando el calor es excesivo en el sur. De esta forma arriban a las frías regiones escandinavas que rozan el círculo polar, llegando incluso a países tan apartados como Islandia Allí depositan sus huevos y surge una nueva generación que emprenderá de nuevo el vuelo antes de que empiece a arreciar el frío.
¿Cómo lo hacen si no conocen su destino?, ¿poseen quizás un GPS? Pues sí, recientemente se ha descubierto que algunas especies de mariposas tienen una brújula magnética interna que las capacita para hacer este tipo de desplazamientos, una especie de navegador que ya viene incorporado de serie. De esta forma, un insecto de apenas cinco centímetros de envergadura, consigue hacer un viaje de cuatro mil kilómetros o más sin extraviarse. Para ser conscientes de la dimensión de este hecho, basta con trasladar proporcionalmente esas magnitudes a dimensiones humanas, lo que sería equivalente a que cualquiera de nosotros diese casi 4 vueltas al mundo sólo con nuestra intuición.
A partir de ahora, cuando veamos una mariposa habrá que mirar de otra forma a este supuesto frágil insecto, capaz de realizar estas proezas que a veces escapan a nuestra comprensión. De paso, la próxima vez que habléis con una Vanesa, podéis contarle algo de todo esto y quedaréis bastante bien.
Las dos Vanessas por Kamereon se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported. Basada en una obra en www.almabiologica.com.
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Preciosa historia !!!
ResponderEliminarQué interesante! Me ha encantado.
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