Hace unos 8.000 años, nuestros antepasados, imitando quizás a otros animales como los osos, descubrieron en las colmenas silvestres una dulce y nutritiva fuente de alimento adicional a sus precarias dietas. De esta actividad se tiene constancia por la existencia de pinturas rupestres, y posteriormente por papiros que demuestran como en el antiguo Egipto ya se había conseguido “domesticar" a las abejas para la obtención de miel. Hasta el descubrimiento de América y de la caña de azúcar, aquel fue el único edulcorante conocido en el viejo continente y buena parte del mundo.
No fue ese el único hallazgo y otros productos de las abejas comenzaron a utilizarse con el transcurso del tiempo, proliferando la aparición de colmenas más fáciles de manipular diseñadas por el hombre, con las que la apicultura experimentó un auge extraordinario.