sábado, 7 de enero de 2012

Corbatas y gusanos de seda

Habitualmente, por las características de mi profesión y empleo, debo usar corbata como complemento al resto de mi atuendo. No es una prenda que me apasione en exceso, pues lo único que me provoca es cierta sensación de incomodidad al tener que abotonar hasta el cuello la camisa, sea invierno o verano.

Más de una vez me he preguntado a qué obedece el uso de este caprichoso elemento y, sobre todo, quién lo inventaría. Para esto tengo un compañero que siempre apunta que es para ocultar los botones de la camisa, aunque realmente esa no es una necesidad práctica, la única verdad es que es un simple elemento de valor estético y distinción.

El hábito de anudar una prenda al cuello se remonta al imperio romano, donde los soldados usaban un pañuelo para proteger la garganta del frío. También existen antiguas representaciones chinas en las que se ve a guerreros con un fular, sin embargo, todo esto son sólo usos primigenios que nada tienen que ver con su función actual. Los cierto es que, la moda de la corbata como tal, tiene su origen en el ejercito croata, cuando en 1635, durante la guerra europea de los 30 años, dicho ejercito fue a París a brindar apoyo al Rey Luis XIII y al Cardenal Richelieu, aquel mismo que 200 años después el escritor Alejandro Dumas incluiría en su famosa novela junto a D'artagnan. Los croatas llevaban una indumentaria muy característica con un pañuelo anudado al cuello, que no pasó desapercibido para la elitista y glamurosa sociedad francesa del momento, extendiendo su uso y evolucionándolo desde aquel momento. Los franceses lo denominaron cravatte o crovatta, término derivado de “croata”.

Pero seguimos sin responder del todo a la cuestión planteada: ¿a quién debemos entonces este adorno textil actual?, que realza la elegancia masculina a la par que estrangula la circulación sanguínea. Fue un fabricante de Nueva York llamado Jesse Langsdorf, quien en 1923 patentó la forma y corte que ha llegado hasta nuestros días. Para confeccionarla cortó tres trozos de la tela en diagonal de 45º respecto a los motivos de adorno, de ahí que las líneas o dibujos de una corbata estén siempre en diagonal en ese ángulo. Los tres trozos se cosían a mano posteriormente, de esta forma la corbata adquiría más consistencia y se arrugaba menos.

Extracto de la patente original de Langsdorf (pincha aquí para ver la patente completa)
 
No obstante, no nos engañemos, la pela es la pela y el objetivo fundamental de Langsdorf era también el económico: Para cualquier neófito en corbatas, escoger una buena corbata puede constituir una pequeña odisea, aunque si nos preguntasen qué queremos exactamente, es probable que pidiésemos una corbata de seda. El brillo, la suave caída del tejido, la elegancia del nudo obtenido hacen que este material sea el mejor, el inconveniente... el de siempre, hay que rascarse un poco más el bolsillo. Eso mismo le ocurría a Langsdorf, en la fabricación desperdiciaba tela, quizás seda, hasta que concibió el invento que le permitía aprovecharla mejor y reducir sus costes.


El estilismo de la corbata va unido en cierta medida al de la propia seda, las cualidades de esta fibra son muy singulares, su brillo natural obedece a que el hilo es de forma triangular y hace de prisma al pasar por él la luz, tiene unas magníficas propiedades como aislante, aguanta perfectamente la humedad y es una de las fibras naturales más fuertes que existen. El origen de la misma es animal y es utilizada para múltiples funciones básicas en su existencia: como elemento de construcción para nidos, para cazar, como protección a los huevos, etc. La segregan numerosos insectos y otros animales, sin embargo, de entre todas las sedas, la que presenta mayor calidad y propiedades textiles es la de un entrañable animal asociado a la infancia de muchos de nosotros, el gusano o mariposa de la seda, cuyo sobrenombre no es una simple casualidad.

Recuerdo como el ir a un moral para recoger hojas era todo un ritual en esta época del año, había que frecuentar el mismo con bastante asiduidad, pues la oruga de la mariposa de la seda está considerada como el animal del mundo que más come en proporción a su tamaño y tiempo de vida. Había que alimentarlas con hojas de mora exclusivamente, de lo contrario acababan muriendo, hoy sé que de ellas extraen el almidón que necesitan para fabricar la seda. A partir de ahí, veías crecer pacientemente a los gusanos hasta la agotadora construcción del capullo, en la que el animal menguaba y perdía buena parte de su tamaño. Al final, sucedía la esperada metamorfosis en mariposa y la eclosión de éstas para el apareamiento y puesta de huevos, guardados como un pequeño tesoro hasta el año siguiente. Las cajas de zapatos eran su habitáculo habitual y las de cierta marca de "quesitos" se utilizaban ocasionalmente como habitáculo de traslado.
 
Pero es en la formación del capullo donde hoy debemos prestar atención, pues éste está confeccionado con el apreciado hilo en cuestión. Lo curioso es que el gusano elabora el capullo con un único filamento continuo de casi un kilómetro de largo o más. El espesor del mismo es mínimo, unas diez micras de diámetro, la centésima parte de un milímetro, por lo que se necesitan entrelazar cuarenta y ocho de ellos para formar una fibra que se pueda utilizar como elemento textil.

Capullo de seda (de la últma vez que crié gusanos)

La obtención del hilo se realiza sumergiendo a éste en agua caliente para poder desenrollar el hilo al tiempo que realiza el cruzado con otros. Ese es el proceso que se utiliza hoy en día y que deriva del tratamiento ancestral que ya se efectuaba muchos siglos atrás. La tradición china cuenta que en el siglo XXVII a.C. el emperador Huang Ti envió a su esposa a comprobar cual era la plaga que asolaba a las moreras. La emperatriz comprobó que en el árbol se encontraban unos capullos que albergaban en su interior orugas. Accidentalmente uno se le cayó en su taza de té, del cual se desprendió un hilo con el que se podían obtener telas de una textura nunca vista antes. A partir de entonces se iniciaría el cultivo de los gusanos de seda o sericultura.

Batido de la seda (Mueseo de Belas Artes, Boston)



Durante muchos siglos el negocio de la seda fue de exclusividad china, entre otras cosas porque se promulgó un decreto imperial que castigaba con la pena de muerte a quien divulgara los secretos de obtención y fabricación de las telas de seda. Decreto y secreto perduraron algunos milenios, sin embargo el espionaje industrial es difícil de esquivar sea el siglo que sea, bien porque una princesa que se llevó en su pelo algunos capullos a India, porque otra vendió el secreto a Japón, o en otra ocasión unos monjes ocultaron huevos del gusano en sus bastones en dirección a Europa.

El secreto se fue extendiendo, aunque la calidad de la seda China nunca perdió su estatus. Es por ello que se estableció un amplio comercio a lo largo de toda Asia y hasta Europa, donde las telas de seda incluso se utilizaban como moneda de cambio. Es lo que se llegó a denominar la ruta de la seda, que describiría con tanto esmero Marco Polo y que perduraría durante años hasta que los españoles encontraron rutas alternativas por el Pacífico.

Hoy en día la patente 1447090 sigue registrada a nombre de Langsdorf, por lo que seguramente sus descendientes sigan ingresando pingües beneficios por la ocurrencia de su ancestro. De alguna forma esto, junto con otras aplicaciones de la seda, contribuirá a que este animal siga existiendo y viviendo aunque sea en cajas de zapatos, pues su domesticación es prácticamente total y no sabe vivir de otra forma. Por mi parte seguiré como hasta ahora, con la corbata enrollada en el bolsillo de la chaqueta esperando para colocármela en el último instante, pero con el grato recuerdo de las relajantes horas pasadas observando el devenir de estos animales.

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Basada en una obra en www.almabiologica.com.

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