sábado, 27 de abril de 2013

El escarabajo tigre

Hoy, en los albores del siglo XXI, tras siglos y siglos de moldear el paisaje, hemos despejado nuestro entorno de aquellos animales que suponían una amenaza física para el hombre. Así, poco a poco, hemos expulsado a lobos y osos hace menos tiempo del que nos figuramos y, retrocediendo bastante más hacia los comienzos de la civilización, contribuido a extinguir a leones europeos y otros grandes mamíferos que convivieron con la especie humana. Aunque egoístamente, este último aspecto es de agradecer hoy en día, pues no termino de ver claro el tener que luchar por mi vida para poder coger un manojo de espárragos.

De este modo, el mundo salvaje que nos rodeó en su día ha quedado relegado a continentes más exóticos, aunque bastaría bajar un poco la vista para contemplar que no es así, ya que, a ras del suelo, se libra continuamente una brutal batalla por la supervivencia. Para comprobarlo, con un poco de imaginación, bastaría con rememorar alguna película de ficción en la que se miniaturice físicamente a un humano, sin ir más lejos recuerdo la familiar Cariño, he encogido a los niños, o para los más clásicos El increíble hombre menguante. Situados ya en el papel y pensando con frialdad, poco sería el tiempo que sobreviviríamos en ese indómito mundo: ejércitos de hormigas que no dudarían en “recolectarnos”, monstruosas arañas o sigilosas mantis que constituyen una legión de hambrientos carnívoros acechando en cada esquina. En este selvático medio cada depredador utiliza sus propias técnicas de captura más o menos efectivas, pero si en el mundo real el rey de la selva es el león, en la jungla en miniatura lo sería un pequeño escarabajo de apenas 2 cm: la cicindela. Este animal recibe el sobrenombre de escarabajo tigre, apodo más que justificado por la fiereza y potencia del ataque a sus presas, que se asemeja a la de los grandes felinos.

Detalle frontal de las mandíbulasde una Cicindela campestris
Para capturar a sus víctimas, nuestro tigre particular utiliza unas grandes mandíbulas en forma de hoz provistas de puntas y dientes, de las que será muy difícil que la presa escape una vez atrapada. La violencia del ataque es tal que presas mucho mayor que él claudican ante la fuerza de su envite. Estos escarabajos tienen además grandes ojos y una visión muy sensible, en el sentido de que son capaces de detectar cualquier movimiento a sus alrededores.

Vista superior de las mandíbulas con dientes de sierra

Nuestro protagonista presenta además una característica que lo sitúa como uno de los plusmarquistas de la fauna terrestre: entre las muchas especies de cicindela se encuentra el corredor más rápido sobre la Tierra, capaz de recorrer 2,5 metros en un sólo segundo (unos 10 Km/h), algo asombroso si tenemos en cuenta el tamaño del insecto. Los otros Fórmula 1 del reino animal sucumbirían cual Shumacher frente a nuestro pequeño Fernando Alonso: el guepardo con 120 kM/h y la gacela de Mongolia con 100 Km/h, poco tendrían que hacer si el escarabajo tuviese su tamaño equivalente, pues entonces llegaría a alcanzar casi los 900 kM/h. Ciertamente fue difícil hacer las fotos, pues el bichito es además un tanto nervioso.

Otra especie de cicindela (podría ser Cicindela hybrida)

Sin embargo, por muy experto que sea uno en la conducción, correr a esas velocidades suele desembocar inevitablemente en un accidente, y eso es precisamente lo que le sucedería al escarabajo tigre, pues al circular tan rápido su cerebro es incapaz de procesar lo que sus ojos están viendo de manera instantánea. El escarabajo corre aunque no ve avanzar las imágenes a la misma velocidad, por lo que debe detenerse frecuentemente para ver su objetivo, si no terminaría volcando en una cuneta metafóricamente hablando.

El tigre utiliza además su coloración para camuflarse en el entorno, la cual, en función de la especie, varía desde metalizados verdes esmeraldas hasta negros azulados y suelen estar salpicadas de manchas blancas. Si el camuflaje no funciona y se siente amenazado, despliega su kit de olores desagradables para alejar al posible enemigo o, si hace falta, también es capaz de volar con gran rapidez y agilidad.

Pero entre carreras y degustaciones culinarias también tiene tiempo para el amor: durante la época de apareamiento, cuando un macho encuentra a una posible pareja se dedica a cortejarla, como no, demostrando sus dotes de atleta velocista. Acto seguido se abalanzará sobre ella y la agarrará pasionalmente por el tórax con sus mandíbulas, es decir, el salto del tigre en versión escarabajo, nunca mejor dicho. No obstante, aparte de apasionado amante, nuestro varón nos ha salido un tanto celoso, y tras la cópula, es capaz de permanecer hasta 12 horas sobre ella para evitar que otros machos se acerquen, a veces no liberan a las hembras hasta que éstas depositan los huevos.

En total unas 2000 especies de cincinélidos corretean por todo el mundo (sólo la inhóspita Antártida no ha sido colonizada), y nuestros parajes no han quedado exentos de estos feroces coleópteros. Suele ser frecuente observarlos en terrenos arenosos y despejados en los que puedan hacer sus correrías sin miedo a colisionar. Si por aquel entonces tenemos la agudeza de ver a alguno, detengámonos un momento a observarlos, a partir de ese instante nos daremos cuenta que no hace falta ver ningún documental de la 2 para sentir de cerca la crudeza y espectacularidad del mundo en el que vivimos.



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El escarabajo tigre por Kamereon se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported. Basada en una obra en www.almabiologica.com.

1 comentario:

  1. El otro día se me posó uno en la mano y no le di mayor importancia. Llego a leer antes tu entrada y me hubiera entusiasmado más, vaya bicho chulo eh.
    Gracias por votarme en el proyecto tio!!

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