lunes, 23 de julio de 2012

En busca del nido perdido (Búho Real III)



Cuando hace unos meses escogí el búho como objetivo de mis artículos, no sabía a donde me llevaría el devenir lingüístico del escrito ni mucho menos el aspecto vivencial con el que intento acompañar cada relato. En esa ocasión puedo decir que lo segundo parece haber superado cualquier expectativa, y no sé si estaré a la altura de la experiencia ahora que lo traslado al “papel”.

jueves, 5 de julio de 2012

Tarántulas, las lobas de Tarento


En el sur de Italia, el país conforma de bota, existe una ciudad llamada Tarento emplazada justo donde comienzala parte interna del equivalente geográfico del tacón.

En esta región eran abundantes unas arañas de aceptable tamaño que, por analogía con la ciudad, fueron bautizadas con el nombre de tarántulas. Fue en la época medieval cuando las historias de picaduras de estos animales se convirtieron en el pan de cada día. Esta circunstancia es comprensible, dado que la población campesina era bastante numerosa por entonces y las labores agrícolas exigían un contacto muy directo con el entorno natural, además se trabajaba de sol a sol y se dormía en lugares fácilmente accesibles para cualquier animal del campo.

Estas fotos en modo macro hube de hacerlas a apenas unos centímetros

El tarantismo era pues una dolencia muy común y el enfermo padecía taquicardias, náuseas y otros dolorosos estados clínicos. Pronto surgió la leyenda, y los habitantes de Tarento hacían bailar a los afectados una impetuosa danza con la que se suponía que se expulsaba el veneno mediante la sudoración: el baile se denominó la tarantela. Evidentemente nada de esto era cierto, y el baile sólo servía para que los pobres afectados sufriesen aún más extenuados por tanto salto alocado. Pero las raíces de la superstición suelen ser muy profundas en la mente del hombre y esta práctica se extendió por otras zonas, de hecho en 1875 la Facultad de Medicina de España todavía recomendaba como remedio esta práctica musical.

En realidad la mayoría de las picaduras eran provocadas por una araña de peor reputación pero más pequeña y difícil de detectar; la viuda negra en su versión mediterránea, ya que lastarántulas “sólo” provocan, salvo sobreinfección, necrosis e inflamación en la epidermis y, por supuesto, un punzante dolor cuando te clavan sus quelíceros.

Cuando los descubridores de América se toparon con las grandes y peludas arañas del nuevo mundo, inmediatamente las llamaron tarántulas, recordando a los arácnidos italianos, y esa denominación ha perdurado hasta hoy en día. En cambio, las verdaderas tarántulas, que tanto juego dieron a los músicos italianos, pertenecen a la familia que actualmente recibe el nombre de arañas lobo. Así pues, las auténticas tarántulas no son las que conocemos hoy día, sino las de la leyenda italiana, cuyo nombre científico es Lycosa tarantula. Lycosa proviene del griego lycos, que significa lobo, apelativo que no implica su metamorfosis a la luz de la luna en el terrible cánido, aunque sus hábitos sí son mayoritariamente nocturnos. Ni quiere decir que cacen en manadas, pero sí se caracterizan por perseguir a sus presas como los lobos en lugar de construir telas de araña. Es obvio que el apellido obedece a su origen italiano, pues en dicho idioma la e de Tarento se escribe con a (Taranto), aunque a decir verdad también he visto el "apellido" científico con e.

Estas “lobas” viven en agujeros excavados en el suelo y campean por las regiones cálidas de Europa, incluida Andalucía, demostrando una capacidad de ataque sorprendente gracias al desarrollo de su visión. Como muchas otras arañas poseen 8 ojos, algo que asustaría al más resuelto de los oftalmólogos, pero hay varios aspectos que las diferencian de otras primas más cegatas.

En primer lugar, la disposición ocular les permite tener un campo visual casi total, incluida la espalda: 4 de ellos tienen un tamaño relativamente más grande que en la mayoría de las arañas y controlan la parte delantera y la lateral trasera. Los otros 4, más pequeños, se sitúan en una primera fila delantera, de ellos, los 2 laterales enfocados hacia el suelo, donde se mueven la mayoría de sus presas.

Lycosa tarantula detalle de los ojos delanteros
(4 pequeños más 2 grandes) y parcialmente los 2 traseros
Los hasta ahora mencionados 6 ojos (los 4 grandes y 2 pequeños laterales) están adaptados a la vida en la noche, poseen lo que se denomina visión indirecta, una especie de gafas de visión nocturna que les permite orientarse con muy poca luz y cazar tanto de noche como de día. Una vez detectada la víctima, ésta es enfocada con los 2 pequeños ojos centrales, que son los únicos con cierta capacidad de moverse y con una visión de carácter directo, que es más nítida que la indirecta. Con ellos puede perseguir a su presa y se abalanza sobre ella, su fuerza y tamaño relativamente grande hacen el resto, ya que miden unos 3,5 cm entre abdomen y cefalotórax, con un diámetro en torno a los 5 cm o más si consideramos sus patas.
Otro aspecto curioso de estos arácnidos son sus costumbres reproductoras, empezando por el cortejo de los machos, que se efectúa con toda clase de rimbombantes bailes rítmicos. Cada especie tiene una coreografía exclusiva, y la hembra aceptará al macho si le ha gustado el espectáculo. Consumada la cópula y llegado el momento de la puesta, las hembras depositan los huevos en un saco un saco de telaraña que llevan consigo hasta que eclosionan las crías. Las pequeñas arañas, lejos de quedar desamparadas, continúan un periodo a lomos de su madre, del que bajan y suben sólo para alimentarse. Al final, el regazo materno es abandonado por etapas, aproximadamente la mitad de las crías lo hacen antes del invierno y las restantes siguen en el nido hasta que llega la primavera. De esta forma, en lugar de jugárselo todo a una carta, la tarántula juega una doble baza temporal para asegurar su descendencia. Pese a lo terrible que puedan parecer, estas arañas son auténticas madrazas.
Lycosa tarantula en la que se pueden apreciar las crías en su espalda
Poco es el contacto que tenemos hoy con estas arañas, sus habituales costumbres nocturnas y la vida urbanita que llevamos las han convertido en unas auténticas desconocidas. No obstante, todavía se puede escuchar a algún paisano de Morón llamarlas tarántulas, y aunque nos extrañe escuchar este nombre por estas latitudes, estará haciendo honor sin saberlo al verdadero origen de estos velludos mitos del terror. Publicado en Morón en marzo de 2006 Licencia Creative Commons Las lobas de Tarento por Kamereon se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported. Basada en una obra en www.almabiologica.com.