domingo, 6 de octubre de 2013

Matemáticas y mariquitas


La numerología es una pseudociencia que busca la relación mística entre los números, los seres vivos y el universo en sí. Hoy en día se encuentra prácticamente relegada a artes de cuestionada veracidad en programas de horarios nocturnos, pero, en sus orígenes, fue un saber reconocido entre los eruditos de las primeras culturas. Aquellos hombres empezaron a ver a los números como algo más que simples magnitudes, y no estamos hablando de simples personas, sino de grandes personajes reconocidos por la historia como Pitágoras o Platón y posteriormente algunos filósofos como Descartes y otros más.

Lo cierto es que más allá de sus posibles interpretaciones, a veces los números hablan por sí solos o lo hacen sin que nos demos cuenta en nuestro entorno. Son muchos los casos que podría mencionar, pero especialmente impresionante resulta el del número áureo o proporción divina.

Se trata del denominado número φ (phi), que aproximadamente equivale a 1,618, y se obtiene de (1+ √5)/2. Resulta que, bajo esta rebuscada fórmula, la naturaleza ha encontrado la mejor manera para ordenar las cosas: el tamaño de las hojas (ancho frente a largo) o su ubicación y crecimiento en un tallo, la cantidad de pétalos de las margaritas y su disposición, la forma en que se ordenan las semillas de girasol en espirales (34 en un sentido y 21 en otro, 34/21=1,61), igual con el de las piñas (13 frente a 8), el desarrollo de la espiral del caracol, el crecimiento de minerales y piedras preciosas o las notas musicales también se rigen por la divina proporción. Los números gobiernan al mundo, tal cual dijo Platón

Como éstos hay millones de ejemplos más, pues este patrón está asociado al crecimiento de todos los seres vivos en la naturaleza, incluido el hombre. Hagamos un sencillo experimento: midamos la longitud de nuestro brazo (desde el hombro hasta la punta de los dedos extendidos) y luego dividamos esa cifra por la longitud desde el codo otra vez hasta los dedos, probablemente sean cercanas a 1,618. Igual con la altura de la cadera frente a la de la rodilla, o nuestra altura frente a la del ombligo hasta el suelo, el ancho de la boca frente al de la nariz, todos los elementos de la cara en sí, si dividimos todo se parece a φ, la proporción se da incluso en cualquier aspecto interno de nuestro cuerpo. Inconscientemente los humanos medimos la belleza por esas reglas además de por la simetría y otros aspectos, y cuanto más “proporcionado” es un individuo más hermoso parece.

Cuando el hombre descubrió esta proporción, adquirió tremenda importancia en arquitectura y arte. Muchos edificios se han construido utilizando esta relación: el ancho frente al alto, el número de columnas, etc. Numerosos pintores y escultores han seguido la misma, las dimensiones de la Gioconda de da Vinci son un ejemplo perfecto. La música también resulta más armoniosa si se tiene en cuenta la proporción áurea en su composición.

Pero los seres humanos siempre vamos un poco más lejos, encaprichándonos especialmente con algunas cifras. Fijémonos por ejemplo en el 7, éste siempre ha sido un número rodeado de cierta aura mágica y carácter divino en todas las culturas y también se repite constantemente: 7 son los colores del arco iris, las notas musicales, los días de la semana, los pecados capitales, los sacramentos, el séptimo día en que Dios descansó después de crear al mundo, 7 los meses que el arca de Noé tardó en encontrar tierra, 7 sellos del Apocalipsis, 7 los cielos en la cultura islámica... y así podría seguir indefinidamente, incluso en aspectos más banales como el juego de los 7 errores, las 7 vidas de un gato, los 7 enanitos de Blancanieves, etc, etc.

No cabe duda de que algo tiene que tener este número. Se cree que dicha influencia puede provenir de la observación de los astros, pues los nombres de loa días de la semana tomaron como referencia los 7 astros visibles antiguamente desde La Tierra: Luna (lunes), Marte (martes), Mercurio (miércoles), Júpiter (jueves), Venus (viernes), Saturno (en inglés Saturday, modificaco en castellano a sábado por la fiesta hebrea del Sabbat) y Sol (Sunday en inglés, modificado a domingo por el día del Señor “Dominus”). Igual de importante fueron los periodos de las 4 fases lunares, por supuesto de 7 días cada uno. Probablemente esto dejase huella en las civilizaciones antiguas y el 7 ha pasado a ser considerado desde entonces como número de la buena suerte.

El 7 es también el emblema desconocido de uno de los pocos insectos que causan simpatía a cualquier persona: la mariquita de siete puntos. El carácter mágico del 7, unido a su entrañable aspecto y llamativos colores, le ha llevado a ser considerada como animal de la buena suerte o de carácter divino. La multitud de nombres que recibe así lo atestiguan: pájaro de la virgen en Inglaterra, escarabajo de la virgen en alemania “Marienkäfer”, anima de la Madona en Italia, galinha de Nossa Señora en Portugal y en España vaquita de San Antón, mariola en Baleares y por supuesto mariquita, ambos últimos derivados de María en referencia a la Virgen.


Su fama se ha ido acrecentando además con múltiples leyendas rurales relativas a su vínculo con la fortuna: cogerla y dejarla volar después de pedir un deseo, si se posa en la mano de una mujer joven es augurio de que se casaría pronto, si estás enfermo y se posa en ti se alejará la enfermedad con ella. Una de las más curiosas proviene de Suiza, donde en lugar de cigüeñas son las mariquitas quienes traen a los bebés.

Como elemento adicional estos insectos traen consigo un enorme efecto beneficioso sobre nuestros cultivos, al ser unas insaciables depredadoras de pulgones y otros parásitos chupadores de la savia de árboles y plantas. En contraposición apenas si tienen enemigos, pues son tóxicas, de ahí que lo adviertan con su llamativo colorido. Sólo las golondrinas y algunos reptiles se atreven con ellas, de hecho cuando las manipulamos en exceso exudan deliberadamente una sustancia acre de olor repelente, que no es otra cosa que su propia sangre.

La larva de la mariquita se alimenta de pulgones

Por supuesto la mariquita también se ha dejado guiar por al número φ y su rechoncho cuerpo obedece también a dicha ley. Como consecuencia de su relación con los números, las creencias y supersticiones han hecho que salga beneficiada en la siempre difícil relación con los hombres, pues matarlas acarrearía tristeza y mala suerte. Aunque, si pudiésemos preguntarle, yo diría que ella misma no ha creído en la superstición, no porque ser supersticioso traiga mala suerte como paradójicamente decía Humberto Eco, sino porque más bien ha seguido los consejos de Asimov, haciendo suyo aquello de que la suerte favorece sólo a la mente preparada o en este caso a los que se preparan y se adaptan bien al entorno, y en ese aspecto, hay que reconocer que este pequeño animal ha sabido como cautivar al hombre.

Así pues, haz como la mariquita, utiliza tu potencial y adáptate. En cualquier caso, si, al utilizar el metro y medirte, has quedado lejos del número φ, no hay que desesperar, siempre queda la historia del cine y aplicar aquel genial colofón que indicaron a Jack Lemon en Con faldas y a lo loco:

“Bueno, nadie es perfecto”.


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3 comentarios:

  1. Como siempre, leerte es un disfrute, es de los pocos blogs de naturaleza que además tiene potencial literario.
    Por cierto, para mí el 7 es el número de Raúl y de Juanito, ilustres futbolistas :p Para cada uno simboliza algo.

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    1. No es mi equipo, pero no se sí te olvidas adrede de CR7. Gracias por tus habituales comentarios. Reconozco que últimamente estoy tan liado que no leo mucho del resto de blogs del entorno. Ya volveré cuando me dejen...
      Saludos

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  2. Genial! Me la guardo para mis alumnos. Les fascina la proporción áurea. ;)

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