domingo, 8 de septiembre de 2013

El hombre de las cavernas


A 10 ºC, como salida de la nevera, si hago caso al chaval que me hizo el comentario mientras llegábamos al lago turquesa en el que desemboca el torrente que sale de la Cueva del Gato.

Hecho que comprobé directamente, pues no pude evitar el meterme en el mismo y nadar unos pocos minutos hasta que mi escasa capacidad de resistencia al frío decidió encender todas las alarmas. Al mismo tiempo, el mencionado chaval y otros cuantos más, saltaban al lago desde una altura que en alguno de los casos no sabría ni como calificar.

Ha sido un año más en el que me invento mi propio turismo, ya sacaré tiempo para playas y otros aspectos urbanitas. Tomando como centro de operaciones y campamento base Morón de la Frontera, este año decidí viajar a la prehistoria, y cual hombre del neolítico he recorrido todas aquellas cavernas y oquedades que me han permitido el tiempo, la climatología y la distancia. No ha habido excepción, desde macrocuevas, hasta otras en las que he tenido que entrar gateando.

Estalactitas, estalagmitas, lagos, pinturas rupestres, no habría espacio para todas las grutas en este texto. Con un bagaje de miles y miles de años, utilizadas desde el neolítico como refugio, algunas llevan impresa la marca de las primeras manifestaciones culturares del hombre y otras, la huella natural de la increíble variedad de formas que el agua lleva moldeando desde hace “cierto tiempo”.

Por fortuna para mi plan vacacional, nos encontramos en una zona denominada de calizas kársticas, en la que es el agua va disolviendo la roca, formando grietas y galerías, para más tarde depositar el carbonato cálcico en otros lugares formando, a ritmo aproximado de 1 cm cada 2000 años, estalactitas, estalagmitas y otras bellezas de caliza.

Quizás por su peculiaridad e historia reciente, me he detenido un tanto más en el sistema de grutas Hundidero-Gato, dos cuevas que se comunican a través de 5 km de galerías bajo la montaña, a través de las cuales el río Gaduares atraviesa el subsuelo hasta salir por la boca del Gato.

Entrada de la cueva de Hundidero
 
Entrada y lago en la cueva del Gato

Al margen de la singularidad de este sistema de cavernas conectadas, el atractivo para el deporte de aventura y la posibilidad de echar un día de campo junto a una piscina natural, esta cueva es famosa por el titánico esfuerzo realizado por la Compañía Sevillana de Electricidad en la construcción del embalse de los Caballeros, situado prácticamente en la boca de entrada de Hundidero.

El pantano se inició en 1923, a pesar de la discrepancia de opiniones entre los propios geólogos, a lo que hay que añadir la apreciación menos docta pero realista de otro personaje más humilde que ha quedado en el olvido: me cuenta una fuente cercana de la propia Sevillana de Electricidad (ahora Endesa) que, un pastor del lugar, acostumbrado a ver como a la inundación de la zona le seguía un rápido vaciado, advirtió al responsable de la empresa suiza que dirigía la obra que no hiciera el embalse allí, apostillando que lo que se recogiera de agua en un año, él se lo bebería en un día. Imagino que al Sr. Gruner, el jefe suizo, no le debió sentar muy bien la frase, o como mucho quitó cualquier credibilidad a aquel comentario. Pero la suerte estaba echada, y una vez terminados sus 83 metros de altura empezaron los problemas, ya que el agua se filtraba por las rocas y el subsuelo sorteando la presa.

Durante 20 años la empresa eléctrica, intentó arreglar aquella situación, tratando de rentabilizar el enorme gasto realizado. Combinaciones de arcilla y cemento para crear tapones, inyectando hormigón en las grietas de las rocas, colocando asfalto, nada de ello sirvió, hasta que pusieron sus ojos en las mencionadas cuevas e intentaron remediar allí lo que no habían conseguido a pie de presa.



A la izquierda se aprecia levemente la presa del embalse de los Caballeros.
En esta época del año vacía completamente, no le faltaba razón al pastor.

Las obras realizadas en el interior de la gruta fueron también faraónicas, incluso me han indicado que existe una galería en la que llegaron a colocar una puerta de un submarino para sellarla, de forma que el afloramiento del Gaduares quedara allí retenido. Aquellas incursiones fueron las primeras, pues se desconocía a ciencia cierta cómo se comunicaban realmente  ambas cuevas para lo cual, en 1929 salieron dos “expediciones” desde ambos extremos para encontrarse en el interior. A grito limpio, tardaron 30 días en encontrarse en su mediación, atravesando para ello cada uno de los lagos interiores que existen, alguno de hasta 100 metros de longitud, estableciendo una vía de comunicación entre los dos extremos.

La presa fue abandonada definitivamente en 1944 y yo abandoné por segunda vez en pocos días el pequeño lago a la salida del Gato, tras ver como de la cueva salía un grupo de espeleólogos que había atravesado toda la gruta. Algo que acrecentó las ganas de vivir alguna experiencia más directa hacia el centro de la Tierra, que fuera más allá de las visitas de pago a unas, algunos metros furtivos en otras y los baños en aquel precioso lago.

Un grupo de espeleólogos saltando a la salida de la cueva del Gato
 
Así que, haciendo lo correcto, contacté con una empresa de turismo activo y por casualidad  hice de inmediato mi primera incursión espeleológica de verdad en la Cueva de las Excéntricas, situada en Igualeja. Toda una experiencia que recomiendo a los no claustrofóbicos.

Después de una "pequeña" cuesta antes de entrar a la cueva

Estalactitas en la Cueva de las Excéntricas

Otras formaciones en la Cueva de las Excéctricas

La vivencia me vino como anillo al dedo, quizás el que conozca la cueva diría que “como paso del Anillo”, ya que así se denomina al punto más estrecho de la gruta, un paso de corta profundidad y escasa apertura en el que quedas “enlazado” con la gruta. Tras el mismo se cae a un lago a partir del cual el paisaje de formaciones se hace más espectacular aún.

En el paso del Anillo hacia el lago
 
La vuelta del paso del Anillo
 

Saciado ya del ambiente cavernario, me dispuse a redactar este artículo, cayendo en la cuenta de que había recorrido cientos de kilómetros sin reparar en que, escasamente a un par de ellos en la Sierra de Esparteros, podía existir una cueva. Al menos la leyenda urbana y el boca a boca popular así lo indicaba.

Siempre había oído rumores acerca de la localización de alguna gruta en la que la que hace muchos años algún amigo de un amigo había entrado. Con un poco de investigación en internet y sin demasiadas pistas, me lancé a las faldas de la montaña al día siguiente buscando prácticamente una aguja en un pajar.


Encontré una foto antigua de lo que fue la cueva en la Sierra de Esparteros

Durante un par de horas anduve por las laderas de la sierra y, al margen de comprobar muy de cerca como la cabra montesa prolifera allí, sólo encontré algún decepcionante agujero. Con el paso de los minutos, temía que la brutal explotación de la gigantesca cantera minera de al lado, que ya se ha comido media sierra, hubiera acabado también con la cueva. Algo que al parecer ya había sucedido hace tiempo con una gruta más grande que afloró en las voladuras de la cantera, y puede que también una necrópolis de la edad del bronce descubierta en 1988 haya tenido el mismo destino.

Una cabra montesa a la que sorprendí comiendo higos
En total eran unos nueve componentes, incluyendo tres cabritillos

Ya de vuelta no había reparado en un pequeño hundimiento que se adentraba en la pendiente, en el que por fin apareció un oscuro y estrecho hueco medio enterrado, más propio de una madriguera que de otra cosa. Fue un instante de esos en los que te sientes como los antiguos descubridores, sólo comparable al del día siguiente, cuando más preparado y en compañía, regresé para entrar en ella.

Cuando me adentré en la oscuridad, a la sensación de euforia hube de sumarle la indignación por la verdadera tropelía que se ha cometido allí; un enorme muro construido para limitar el acceso daba paso a su vez a una cisterna de ladrillo, hecha en época relativamente reciente ocupaba la mitad de aquel espacio, en la que calculo que habría casi 100 m3 de agua. La obra, los cascotes y restos deslucían completamente una gran cámara que tendrá unos 100 metros cuadrados. Sin embargo la cueva no queda ahí y se bifurca en Y por los laterales, con al menos otros 20 metros más de recorrido en una de sus ramas hasta que la estrechez hace prudente retirarse.

Cisterna de unos 100 m3 en la cueva de la Sierra de Esparteros

Uno de los pasillos aún contiene los restos de lo que verdaderamente fue aquella caverna, con estalactitas, banderas y otros depósitos de estilo coralino, muchos de los cuales se encuentran arrancados. Aún así, se puede apreciar en parte el esplendor de las paredes de ese pasillo, que sólo tiene un metro de anchura pero 15 de altura repleto de restos de formaciones calizas.

Formaciones calizas en la cueva de la Sierra de Esparteros (1)

Formaciones calizas en la cueva de la Sierra de Esparteros (2)

La altura del pasillo era de unos 15 metros
Resulta impresionante que tengamos este tipo de formaciones a pocos kilómetros, pero más increíble es el poco eco y desconocimiento que de estas se tiene, seguramente solo unos cuantos vecinos de la pedanía cercana a las caleras lo sepan, y haya sido silenciada como muchos de los obsequios naturales de esta sierra en pro de las explotaciones mineras cercanas. Por el momento, visto el comportamiento que hemos tenido en esta cueva, me reservaré el derecho a revelar la localización de este monumento natural, no sea que a algún desalmado se le ocurra destruirlo aún más.

Me dejo en tareas pendientes el averiguar si existe alguna cavidad similar más por la zona, así como investigar para otro artículo los yacimientos de Morón, entre los que podemos encontrar una “sima de los huesos” como en Atapuerca, poblados prehistóricos, dólmenes, restos de silex y otros puntos defenestrados por el expolio y el olvido, acabando así mi aventura iniciada como hombre de las cavernas.


Nota: mi mención especial a la empresa Pangea Native Nature S.L., con la que hice la incursión espeleológica a la cueva de las Excéntricas.

Licencia Creative Commons

El hombre de las cavernas se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported. Basada en una obra en www.almabiologica.com.

5 comentarios:

  1. Muy entretenido el artículo, y supongo que aún más tus recientes vacaciones. Te animo a seguir enriqueciendo tu alma biológica!
    Un abrazo, joseA.

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  2. Muy sorprendente, yo también tengo pendiente acercarme un poco a este mundillo. Si que has visto sitios impresionantes eh, una pena que casi nadie conozca esto.

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  3. Fantástico, como siempre.
    Un saludo.
    Javier

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